Emprender

Hay que ser valiente. Hay que ser confiada. Hay que creerse a una misma, creer que se sabe, saber que los años te han dado un saber fundamentado en un hacer. Poner conciencia en la experiencia. Conectar con la pasión, o con lo que se acerca al orden del deseo en una misma. Se ha cocido mucho y la intuición apunta que hay que vencer los miedos. Llega el momento de presentarse al mundo de otra manera. Son días de reconocerse, de observarse desde un nuevo ángulo. La edad del punto de inflexión: o lo saltas o lo juegas.

Me pongo manos a la obra con una fecha límite, aunque fijada un poco arbitrariamente. Los días pasan y mi pregunta es: qué he hecho hoy por mi proyecto? Y de allí me fijo en el siguiente paso. Los trámites tienen algo de cómodo porque te llevan de uno a otro encadenadamente, y reconozcamos que encadenarse calma las ansias. Lo incómodo aparece cuando te preguntan de qué se trata tu proyecto. Las mariposas empiezan a volar en todas direcciones y aquello que era un motor claro se vuelve confuso y casi imposible de sintetizar. «No sabes venderlo», pienso… E inmediatamente me conformo con que los días van a ir poniendo en orden las ideas, porque cuando me decidí a emprender este camino lo tenía claro.

Abriendo la tinaja

Recolectamos la uva moscatel el último día de agosto. Mezclamos al día siguiente con uva chardonnay también cogida a mano. Delante de casa hicimos el mosto, con una derrapadora, una pequeña prensa y nuestras manos. Probamos el mosto. Las criaturas sintieron rápido el efecto del azúcar. El perfume a vendimia nos envolvía…

La tinaja nos dió algún que otro quebradero de cabeza, sobretodo a L que estuvo días y días antes ingeniándoselas para que no perdiese. Es lo que implica reutilizar una vieja tinaja, en este caso repuesta como decoración de una entrada en una casa al pie del Ebro.

Ese fin de agosto pusimos el mosto, copaje de moscatel de grano pequeño y chardonnay, en la tinaja y tapamos.

Ha reposado 5 meses, mosto en tinaja, tinaja en construcción de piedra de cara al horizonte mediterráneo. Será vino? Será vinagre? …

Y hoy 2 de febrero hemos destapado, los 5 con los ojos bien abiertos y el resto de los sentidos listos para recibir lo bienvenido. Hoy día de fruta, día muy pero que muy ventoso a primera hora y que ha ido menguando a medida que nos acercábamos al medio día. Día de nubes finas a lo lejos y de techo gris y denso.

Destapamos. Sumergimos un cazo de acero inoxidable. Sacamos a flote. Vertemos en una copa. Efectivamente tiene color de vino, pajizo. Impurezas flotando. Olfateamos. Mmmmmmmm… Qué delicioso olor a moscatel! Un caramelo.

Catamos. Ostras, dónde fué el aroma. Sorpresa. Silencio. Volver a catar. Asperez, astringente, amargo,…. Claro… No es mosto, que es vino! Sonrisas. Cambio de perspectiva. Vaya… No parece tan mal, a pesar que hay que reconocer que no tiene nada que ver en nariz que en boca, incluso a principio de boca que al haberlo ingerido: «no es un vino redondo». Abruma el moscatel en nariz y en boca precipita todo el carácter del chardonnay. Claro, es un vino de cepas jóvenes hecho por primerizos. No podía ser de otra manera siendo vino natural, tal qual fermenta. Pero ante todo es un vino, y es nuestro vino, el primero, el que hemos elaborado entre los 5. Nuestro espejo. Esa es su fuerza.

Al próximo año nuevos retos, nuevo vino, nuevo espejo.

Cuando el cuerpo es la casa

Las criaturas enferman, lxs adultxs también pero eso no trasciende para este post. Las criaturas enferman y si bien me disgustaba que lo hiciesen en cadena esta vez se han puesto de acuerdo y es agotador. El cuerpo de la madre es finito, incluso para ella misma. Son finitos sus brazos, sus abrazos, sus besos y sus caricias. Lo son también sus miradas y sus oídos pues de repente no quieren verlo todo y oyen pero no escuchan. La madre empieza su propio diálogo y tal como fluye se automatiza, combinando aspectos prácticos de lo cotidiano circundante y preguntas trascendentales de la existencia: desde qué les preparo de almuerzo hasta ser madre y feminista es un oxímoron?.

Mientras tanto a la espalda se percibe movimiento movido, de los que prometen. La concentración vuelve a las pequeñas cosas, buena estrategia de evasión. Y p’alante.. así van pasando las horas del día hasta llegar la noche. La madre en cuerpo, no tanto en alma pues no sabe ya dónde la abandonó (el alma a ella, ojo), se prepara para la prueba nocturna. Organiza, prevee y estudia los posibles escenarios, no sea que se le escape cualquier detalle; manía de creer que se puede controlar todo.

A la camaaaaaaa (ahí ya va un por favor qué se termine ya esto). Y ahí vienen todxs, enfermxs y sanxs, al cuerpo de la madre. Cada unx con su película, se pide un trozo de cuerpo. La madre lo cede sin condiciones, sabiendo que es cuestión de minutos que caigan en el sueño, aunque sean muchos minutos, pero se dormirán, tarde o temprano, por propia gravedad. Qué maravilla cuando se abandonan todos los cuerpos, cuando la madre desaparece escurriéndose como una lombriz sin que nadie se dé cuenta y pensando en que nadie la toque ya más.

En una de mis vidas

Así es, que en una de mis vidas fuí madre y tuve tres criaturas. Señalar que en vidas anteriores nunca tuve intención de embarazarme y parir. Ni siquiera en sueños, ni en los despiertos ni en los dormidos. Sí que andaba en alguna de ellas de la mano del mismo que en su siguiente vida se convierte en padre de estas criaturas compartidas. Qué cosas. Lo miro todo con extrañeza. A mí misma, a mi compañero, a los tres cachorritos (como diría mi amiga), a la casa que habitamos y el valle que la recoge.

Me abraza ese naranja del final del verano. Y el final de esta vida? Existe? Me subí al escenario y ahí ando, últimamente dando tumbos sin ton ni son, mientras las criaturas me siguen. Cada una lo hace a su tiempo y con sus propias habilidades. Cómo pesan a veces lxs hijxs, eh? Se me cuelgan de las entrañas y yo no tengo más manos con las que poderlos arropar.

Hierro 

Venimos de asistir al primer módulo de Formación Biodinámica I que ha tenido lugar en Hoyo de Manzanares (Madrid) este fin de semana. A las sesiones ha asistido Manel pero yo he estado atenta a su relato al reencontrarnos. La formación es una metáfora espejo de las conferencias que Rudolf Steiner ofreció en Kowervitz a un grupo de agricultores con el objetivo de difundir su pensamiento y ofrecerlo para que quienes se agachan a oler la tierra en el día a día pudiesen ir sanándola con su buen hacer. La biodinámica era la síntesis de una lógica ancestral que se ha ido perdiendo, una nueva práctica agrícola que vuelve a vincularnos los con nuestro planeta y el cosmos. 

Me gusta la idea de situar al agricultor como el responsable de sanar la tierra, igual que​ al médico como referencia de la salud de las personas. La industrialización también tuvo sus consecuencias en los campos y en la manera de trabajarlos. Introdujo cambios positivos, facilitando las tareas, pero la Industria Agrícola nació también con objetivos centrados en aumentar la producción a costa de lo que hiciese falta. Ahí empieza a degenerar el alimento perdiendo lo energético que trae consigo​ a expensas de producir «mucho en poco». La introducción de agroquímicos altera la sistemas y los hace año tras año más dependientes de dichos productos. La cultura campesina aumenta su dependencia de la agroquímica, olvida su saber propio de los años y la tierra va empobreciéndose: aparecen plagas, enfermedades, mueren insectos y otros animales de vital importancia para los ecosistemas,…

La biodinámica propone sanar la tierra con sus propios aliados. Steiner proponía hacer una observación al más puro estilo goetheano para reconocer el estado de la finca: percepción a través de los sentidos, reproducción de la percepción o de la «fantasía sensorial» y paso al conocimiento.

Y de ahí viene el hierro, el año pasado hicimos un pozo y el azar nos dió una veta de agua ferrosa. Ahora, un año más tarde, parece ser que sale más clara, pero esto nos marca un punto de partida, unas condiciones de base con las que hemos de convivir y sobre las que hemos de planear.

El placer del agua

Una de las sensaciones más puras es tocar el agua cristalina del río, poner los pies a remojo y jugar a ver quién aguanta más con los pies sumergidos. Me pone a cero. Me recoloca. Hoy lo hemos hecho en las pozas del Río O’Pituelo, excelente lugar al que acudo cada año como homenaje a mis orígenes. Hoy estuve con las niñas, para que ellas también conquisten ese lugar como suyo y sepan que siempre pueden volver, que las rocas de las pozas las esperan siempre impasibles al tiempo.

Mientras las observo jugueteando se me ocurre que todo el mundo debería tener derecho a saberse custodiante en secreto de un lugar especial. A mi éste me encanta. Me remueve y me renueva. Me relaja. Me chifla meter los pies en el agua helada de la primavera y levantar la vista hacia los verdes montes, sus pintorescas rocas, y al cielo más azul que he visto antes.

Luego el paraje excepcional, los montes de Agüero que han andado y andado mis antepasados, sacando dos reales de la venta de unos sacos de almendras o unos kilos de olivas. Si bien el río da vida, el monte se lo come todo, se filtra dentro de la viña que mi abuelo compró con sus primeros ahorros. Ya nadie la trabaja pero a pesar de ello subsisten algunos árboles que se han vuelto salvajes. Fukuoka se ocupa de los bosques comestibles mientras que el tiempo se empeñan en integrar al bosque lo que un día plantó la mano humana. Mi madre se entristece y yo pienso que no se sabe qué le depara el futuro a ese pedazo de tierra en el que hemos ido dejando huella.

El paseo de tarde me maravilla ofreciéndonos una nueva visión del pueblo y sus peculiares montañas. Me parece de cuento. Tomamos el sendero de la ruta circular de los mallos y tras rodearlos volvemos a entrar en las empinadas calles de Agüero.

 

 

Snowed nesting

El viernes hizo un año que M salió al mundo, y el mundo le regaló en su día una preciosa nevada nocturna que nos dejó sitiados todo el fin de semana. Nos suele pasar una vez al año y el amanecer es siempre un espectáculo. El paisaje parece otro y la luz se multiplica de una manera que dentro de casa se respira una atmósfera brillante. De música de fondo teníamos a George Winston. Abrimos la puerta y es fascinante ver como una capa de nieve virgen cubre todo. Es como si sanara la tierra. Las criaturas se exaltan: «luego saldremos».

El paseo matutino es el de cada día pero hoy se convierte en una verdadera excursión. A C se le unden las botas en la nieve, hasta la rodilla. Nosotros empezamos a ver ramas que cedieron al peso de la nieve, frutales que ya estaban en flor cubiertos de nieve… Y el huerto que se adivina… Nos preocupa cuánto tardará la nieve a deshacerse.

C no para de comer nieve. M va con los ojos bien abiertos dentro de la Ergobaby. Destapamos algunos bulbos que ya apuntaban, no quiero que se les congele el ojo después de semanas a la espectativa.

La tarde se presenta plácida y decidimos dedicarnos a las construcciones así que sacamos la caja de Woden Story con piezas de madera, un regalo de nuestros amigos A y M, cuando hace un par de semanas vinieron a compartir con nosotros un pescadito a la brasa y un buen vino. Qué lindo regalo para una tarde de nesting en família.



Despierta primavera

Ayer, día 20, fue el equinoccio de primavera: «El sol permanece más tiempo sobre el horizonte de manera que los días se van alargando. Cuando el Sol ha alcanzado la mitad de la altura máxima en el firmamento es el comienzo de la primavera: el día y la noche llegan a ser iguales, cuando cada uno dura doce horas» dice María Thun en su libro Constelaciones y Agricultura Biológico-Dinámica. En casa nos alegra sentir que la tarde se alarga y que la temperatura es más agradable. Hoy nos hemos despertado con La Primavera de Vivaldi. Cada día elegimos una banda sonora y esa melodía nos va retumbando dentro a lo largo de la jornada, viniendo a ser el centro de gravedad.
Nada más abrir la puerta M se lanza gateando a fuera. Es imparable. Ahora le va descubrir qué hay más allá. Y más allá tenemos un trozo de tierra, la hierba, y el arenero que montamos el año pasado para C. Las criaturas necesitan relación con la naturaleza, ellas están más cerca de ella que nosotrxs lxs adultxs, a parte que tienen la capacidad de conectarse más rápidamente, a través de los sentidos.

Lo observo, cómo se desplaza, se sienta, mira, se estira, vuelve a desplazarse… Entrega todo su cuerpo al movimiento. Todo un homenaje pikleriano. No le importa dónde pone la mano o el pie, ni qué obstáculos se le pongan en el camino. Me fascina su ímpetu y su perseverancia y la lección que puedo extraer de esta escena tan sencilla. A menudo nos preguntamos qué hacer o no hacer para que no pierdan nunca ese deseo de saber en el que se involucran en cuerpo y alma. Solemos observarlos de lejos y mirándolos se nos ocurren cosas: y si ponemos ese tronco allí? O creamos un espacio recogido en ese rincón con un par de tiestos? Sugerimos y tanteamos, creamos ambientes exteriores estando en su lugar, como si nos increparamos a nosotrxs mismos en nuestra propia infancia. Y resulta muy interesante ver qué pasa, siendo que lo que pasa finalmente nunca es predecible. A C le montamos un día unas maderas, otro día le dejé unas piñas que encontré circunstancialmente, otro trasladamos allí un par de troncos que invitaban a sentarse. Y así, en los ratos de estar allí junto a sus propias fantasías a fecha de hoy C tiene su camping particular en la puerta de casa. Y le va dando vida cada día. El domingo, como preludio primaveral, ella eligió poner una flor en su camping, la trasplantó a una maceta de barro, y ahí la tiene cual si fuese parte de la clásica mesa de estación.

En un mundo al revés

Estamos desencantadxs… En un mundo donde las relaciones se invierten, donde en nombre de nuestra supuesta seguridad cada día se nos controla más, ya sea a través de cámaras o a través del mismo dinero. Cuando ya nos hemos dado cuenta de que haber estudiado, haber comprado o haberte vendido no es garantía de nada. Cuando hemos rozado con los dedos lo que llaman éxito y nos sentimos abrumadxs porque todavía nos queda toda la vida por delante siendo que a ratos se nos aparece como aburrida, monótona y sin luz. Cuando a pesar de todo tienes muchas ganas de seguir haciendo cosas porque sabemos profundamente que hay que perseguir las pasiones, encontrarlas y cultivarlas, hay que dar en el clavo aunque no hayamos tenido demasiada puntería en los últimos años.

26dic07-2ene08 PALESTINE 066

Estamos desencantadxs pero decididxs a encantarnos nuevamente. La primavera siempre llega con ese halo de esperanza y esta vez no lo podemos dejar pasar por alto. Hacemos recuento: la finca, la casa, las criaturas y nosotrxs dos. Nuestros saberes difusos, lo que en 20 años de vida adulta hemos visto, tocado y sentido sin lanzarnos a la piscina. Ahora llega el momento de vivirlo y nos apetece poderlo documentar en este blog.